domingo, 4 de diciembre de 2011

Nuestra normalidad

Por Danilo Mora


Muerte de Julio César (Vincenzo Camuccini, 1798)

Al parecer volvimos a la “normalidad”; volvimos a clases, comenzaron los exámenes, el estudio desesperado y toda la maravillosa rutina que nos mantiene como esclavos del rigor.

Pero al igual como retornó nuestra particular forma de vida, volvió también el “conventilleo político”. Sinceramente risa es lo que más me causa porque resultó volver más rápido de lo que esperaba. Es verdaderamente chistoso ver como comienzan a reunirse, a “operar políticamente”, conspirar y jugar como si estuviéramos en Roma, a intentar dejar algo armado desde ya para el GRAN OBJETIVO: El Centro de Alumnos (Todo esto sin tener en cuenta que también ahora empezó el tema de Federación, así que se viene entretenido). 

Pareciera que para algunos (tanto a favor como en contra) el hecho de la toma fue sólo una oportunidad para reunir gente (más que gente, votos) bajo una bandera común para su objetivo. Por lo menos para mí no fue una experiencia cachirupi para contarle a los amigos que jugaste a irrumpir en una dependencia, ni para teñir a alicaídos referentes políticos de un falso manto de consecuencia con el pueblo, pero eso ya es otro tema, harto se ha hablado del asunto ya.


Estimados, ¿Tantas son sus ganas de trabajar en pro de la Facultad o la Universidad que ya se están organizando? ¿Tanto es su altruismo? De ser así la verdad es que los admiro…
¿O es el partido el que presiona desde atrás? ¿O es la lucha de egos? 
Concluyendo, les digo: pónganse a estudiar y/o criticar o apoyar el movimiento estudiantil en vez de andar maquinando y haciéndose el servicial con la gente que a estas alturas ya no les cree el cuento; aunque pensándolo bien son previsores, pues así dejan todo listo para el próximo año y sólo les restará encargarse de los mechones.

En fin, me limitaré a decir que ser un buen líder no significa ser un operador político, un líder de verdad es aquel que obra movido por una vocación real de servicio, que tiene la empatía necesaria para tratar a la gente como las personas, amigos y compañeros que son, no tan sólo como votos.