miércoles, 17 de abril de 2013

Resumen: Jornadas de Derecho y empresa. Día 1

Por Juan Pablo Risi

Y el trabajo de años de un grupo de compañeros comenzó: las Jornadas de Derecho y empresa.

Todo comenzó con algunas palabras al inicio, que no pude presenciar, por parte de los organizadores y autoridades del alumnado y académicas. Costumbre en eventos de esta índole.

Las exposiciones hoy tenía por tema central “el rol social de la empresa”, iniciándose todo por parte de la Seremi de Trabajo de nuestra región, y ex Santodomingueana, Karina Vera. El tema que expuso llevaba por título “el empleador y la responsabilidad con el trabajador”. Primero manifestó su alegría con el evento, ya que con él se percató de cuánto ha avanzado la Facultad desde que ella se licenció, desde los años 90.

Señaló que iba a enfocar la exposición desde el punto de vista de las funciones de la Secretaría regional ministerial, cosa que se pudo observar en algunos aspectos y en otros no, ya que a momentos, según algunas críticas, pareció clase de Derecho Laboral. Concuerdo.

Se analizó someramente la historia del Código del Trabajo, mencionando antecedentes tales como el arrendamiento de servicios del Código Civil y nuestra historia regional, especialmente la de la actividad minera, el pago en fichas y la compra en pulperías, todo esto en referencia a la desigual relación empleador trabajador que el Código, en teoría, vino a cambiar.

El gran tema, como ella lo definió, fue el deber general de protección al trabajador, en el que nombró un ejemplo de cómo este deber no se cumple con un hecho reciente (http://www.biobiochile.cl/2013/04/13/grave-accidente-laboral-en-puerto-de-coronel.shtml ) ocurrido en Coronel, cual fue el accidente en el puerto de esa ciudad, que por varios errores, terminó con la vida de un trabajador y con un joven, “ el pulgita” con sus piernas amputadas y lesiones de diversa gravedad que lo mantienen hospitalizado hasta el día de hoy.

Aula Magna UCSC
Su ponencia concluyó con una frase que destaco. Dijo: “el Derecho del Trabajo, al ser cambiante, hace necesaria la lucha de los trabajadores; el movimiento sindical nos ha ayudado, y con sangre, lamentablemente han tenido que buscar el cambio”. 

La segunda exposición vino por parte del señor Waldo Muñoz, Sepúlveda, con el tema denominado “el vínculo entre la empresa y la comunidad”.

Su exposición duró cuatro o cinco minutos. El caballero es simpático, causó risas, pero no sabemos el porqué de lo breve de su exposición. O estaba perdido, o creyó que era muy jurídica para él la Jornada o simplemente se le olvidó todo. Incluso señaló que venía preparado para hablar de la responsabilidad del empresario, pero no, no hubo palabras. Terminó diciendo “mi prójimo son los trabajadores”.

En la fase de preguntas, trataron de salvar la ponencia, incluso un compañero le preguntó sobre la responsabilidad del empresario, no dijo mucho. Luego un profesor de Santo Domingo le preguntó sobre el cómo evitar que la responsabilidad empresarial sea una moda, a lo que respondió que la norma debía encontrar la forma de que el empleador no eluda su responsabilidad. En esta parte, vino la frase célebre del día. Ya había dicho que el empleador debía proteger a su trabajador, pero con mayor razón debía hacerlo el empresario cristiano, por lo que, respecto al incumplimiento de la protección a los empleados “si el empresario es católico, se va a ir al infierno”. Para ponerlo en una placa.

Terminó, luego de la entrega de un reconocimiento, con brazos abiertos y sin micrófono dando un mensaje: “si ustedes los de las universidades necesitan algo vayan a hablar con crecic”. Así que ya saben, vayan.

Y llegó el momento más esperado de todas las exposiciones, seminarios, congresos y demases: el deseado “coffe break”.

Había hambre, apenas el locutor señalo esas dos palabras un mar humano salió del Aula Magna y corrió en busca de algo para masticar.

Y fue bueno, había buen menú. Había sus bocados de pie de limón, unas masas con un embutido (no pregunté el nombre, estaba ocupado comiendo), café y chocolates que duraron unos minutos, que no probé pero que según los comentarios de los comensales estaban exquisitos.

Nadie salió pelando.

Había que seguir, pero llegó el “momento lúdico” (no, don Waldo no era el momento lúdico). Se sortearon dos libros entre los inscritos a las Jornadas, un Código del Trabajo y un Código Sanitario (supongo que algún día alguien ocupará un Código Sanitario). En definitiva, números al agua, compañeros humillados por no ganar y la sonrisa de los vencedores. Actividad organizada por alumnos no podía ser tan rígida, fue buena esa distracción dentro de la Jornada.

Última exposición, y a mi juicio, la mejor ponencia del primer día. Fue el turno de la profesora de Derecho Comercial de Santo Domingo, Cecilia Jiménez Loosli, con el tema “análisis de la nueva ley de empresas en un día”.

Fue una clase de Derecho Comercial de comienzo a fin. Explicó clara y someramente, por razones de tiempo, los alcances y aplicación de la nueva ley nº 20.659. No voy a explicar que fue lo que dijo, para eso mejor leer un apunte de Comercial, sólo me quedaré con sus conclusiones.

Según la profesora Jiménez la ley en definitiva busca constituir una sociedad en un día, pero le preocupa que la nueva ley logre los objetivos para los que fue hecha. Uno de esos objetivos es reducir las costas, y el problema a su juicio en ese aspecto es que, por ejemplo, quienes deseen constituir una sociedad o empresa requieren de firma electrónica avanzada, la que tiene un valor, al menos de $250.000, y que en el caso de un microempresario que posee un capital de $400.000 le sería, al menos, una limitante en su negocio al incurrir en este costo, sin contar además los gastos notariales.

Otra crítica fue respecto al tiempo, si es sólo un día el requerido para constituir la sociedad o empresa. Y dijo que no, por la existencia de otros trámites, por ejemplo la verificación de domicilio. Allí fácil hay 15 a 21 días.
En definitiva para la profesora es un buen avance, especialmente para los microempresarios.
Se le entregó un reconocimiento y los aplausos del público.

Así terminó el primer día de las Jornadas, con empresarios católicos que se van a ir al infierno, chocolates que les gustaron a todos y una buena asistencia. Y lo que más importa: un buen trabajo por parte de los organizadores. Quedan dos días.