Por Alvaro Morales
Michelle Bachelet ganó las
elecciones presidenciales de nuestro país en el ballotaje, con una votación que
supera claramente el 60% de los votos, contra la candidata de la Alianza,
Evelyn Matthei en una elección que estaba predicha de antemano, lo que faltaba
era el resultado.
El nuevo gobierno va a tener que
hacer frente a todas las promesas que realizó en campaña (educación pública,
gratuita y de calidad, salud digna para todos, AFP estatal, nueva constitución,
reforma tributaria, etc.) con una amplia mayoría en el parlamento y con una
sociedad esperanzada en que ella y el gobierno que encabezará las llevara
adelante. La Concertación o nueva mayoría o como se llame y los partidos que la
componen tienen la misión de repartirse el gobierno a destajo, buscando cada
partido llevarse la cuota mayor de ministerios, subsecretarias, intendencias,
seremis, gobernadores y muchos otros cargos de “exclusiva confianza” del
presidente, y acá entran muchos “ministeriables” de cada partido, no me
extrañaría que Camilo Escalona sea ministro o alguien que perdió una
candidatura a diputado sea intendente de alguna región o que un candidato
perdedor de consejero regional o un ex alcalde sea SEREMI o gobernador
provincial. También como misión tendrá la de escuchar a los movimientos
sociales y locales que nacen de muchos sectores de nuestro país, hacer todo lo
necesario para que se escuchen sus legitimas demandas y no caer en el espurio
lobby de algunos de sus amigos, para ayudar a los que pagan a estos lobbistas,
grandes corporaciones y grupos de presión.
En la vereda del frente, la
derrotada derecha tiene que ser autocrítica, revisarse internamente de lo que
hicieron mal para esta derrota aplastante, en todas las elecciones, tanto
presidenciales como parlamentarias, nuevos rostros tienen que surgir, Felipe
Kast o José Manuel Ossandon entre otros, teniendo que darse en retirada gente
canosa y sin nuevas ideas, los Larrain, Coloma, entre muchos otros que desde su
puesto dirigencial son responsables de la debacle electoral de la derecha,
llevando la derecha a una reconvención a una derecha liberal, dejando de lado
el conservadurismo aberrante que trató de llevar la candidata Matthei con
frases lamentables como “No haré nada en contra de lo que la Biblia señala”
dejándola como una persona enviada de siglo XIX desde un campo de EE.UU. El
principal ganador de la derecha es el presidente, Sebastián Piñera, que no se
desgastó en apoyar a una candidata derrotada y se abocó a gobernar, es el
principal presidenciable de la derecha en el 2017, aunque a muchos no le guste.
Tocando el tema de la abstención,
que es cercana al 60% de la población con derecho a voto, es preocupante porque se
da la señal que da lo mismo quien gobierne, da lo mismo esta elección para el
chileno común y corriente; es sabido que mientras más cambios posibles pueden
haber en una elección, más gente se acerca a votar; así que es misión de la
clase política hacer más interesante las elecciones, no a través del cohecho y
de las regalías, sino que hacer propuestas innovadoras y cumplirlas cuando sea
gobierno, para que se sienta que la elección es importante para el rumbo que
tomará el país.
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