Ser simio significa creer que lo dice, hace, y
todo lo relacionado con algo (acontecimiento, persona, agrupación, etc.) es
bueno y no se puede opinar en contrario, justificando todos los actos que
realice por que los haces ese grupo o persona sin argumentos racionales.
Ayer, ocurrieron 2 hechos patéticos, lamentables y
que no se condicen con el mas mínimo respeto que unas personas pueden tener a
otras, las constantes burlas hacia la conmemoración del suicidio de Reimundo
Tupper, cosa que ocurre año tras año, lamentablemente, y la otra, fue la burla
sin sentido que hicieron algunos simios que se dicen ser hinchas de Curicó
Unido, donde se mofaron de la tragedia ocurrida en febrero pasado en la cuesta
Caracol de Tomé donde 16 hinchas de O'higgins murieron después de asistir a un
encuentro deportivo.
Pero lamentablemente y reflexionando sobre esto,
uno se tendría que dar cuenta fácilmente de que los simios no solo existen en
el fútbol, existen en todos los ámbitos de la vida y lamentablemente, son
mayoría, un ejemplo de este retroceso mental que se vive se encuentra en la
política, en el peor lugar posible para hacer ese bajo ejercicio no mental, por
que en este sector de la vida humana se tendría que ver el bien de todos, no lo
que le parece bueno a un grupo u otro, calificando de malo lo que propone el
otro, por el solo hecho de proponerlo él; también se observa cuando se toca el
tema de cual de los gobiernos recientes fue mejor, de donde escuchamos cosas
que nos sorprenden. Esto es transversal a todos los sectores políticos, desde
la derecha más reaccionaria hasta la izquierda más revolucionaria, y a todos
los sectores socio-culturales.
Los simios nunca han ayudado a un debate
constructivo porque su único objetivo es atacar al contrario por que es
contrario, no viendo si sus propuestas o lo que dice es cierto o falso, sino
que al decir algo que no pienso yo, está malo, eso no ayuda en nada y solamente
amplia las diferencias ya que no se ve recoge ni se ve algo bueno en el
contrario que al final es igual a ti, solo con ideas distintas. El simiaje solo
ayuda a la polarización, a la confrontación fratricida y estúpida entre 2
paredes, que hablan, pero no escuchan.
Veo la realidad de este país en los últimos 50
años y parece que cuando queremos hablar, dejamos la capacidad de hablar con
argumentos y empezamos a gritar y vociferar, como si el que gritara más fuerte ganara, tal como los
simios, nos estamos convirtiendo en el país de los simios.